LAS REDES SOCIALES NO SON EL PROBLEMA

Cada vez es más frecuente que los medios masivos de comunicaciòn se refieran a casos  de suicidio de mujeres jóvenes cuyos antecedentes estàn vinculados a violaciones  y al uso posterior de las redes sociales por parte de quienes han cometido el delito, para divulgar a manera de trofeo  personal los detalles de aquel momento tan humillante y denigrante para la vìctima, incluyendo hasta fotografìas como prueba fehaciente de su criminal acto.  Sin embargo, el problema no son las redes sociales per se. La MISOGINIA se asocia con el odio o aversión hacia el género femenino, es decir  aquella tendencia bien arraigada en la personalidad de algunos individuos que lo llevan a rechazar, despreciar o denigrar de la mujer y de todo aquello que se relacione con lo femenino,  considerado por él como aberrante , y conlleva a que el sujeto  demuestre a través de su accionar, total desprendimiento o cualquier tipo de dependencia o debilidad hacia la mujer y lo que esta representa. Lo anterior requiere una gran carga de antivalores y menosprecio hacia todo lo que esté asociado al caràcter femenino que se ve representado a nivel fìsico o sicológico mediante palabras soeces, amenazas, coacciones, privación de la libertad de manera arbitraria y que constituye una construcciòn sociocultural equivocada de la msculinidad y de la feminidad. La violencia de gènero sin embargo, no es un fenómeno reciente por cuanto abundan los ejemplos en las  sociedades antiguas como la griega que confirman cuán inferior consideraban a la mujer, desde las relaciones de poder existentes, la discriminación o desigualdad con que menoscababan la autoestima femenina, conllevando con ello un grado de sufrimiento importante para la víctima. 



La violencia doméstica, la violencia sexual perpetrada por la figura masculina logra afectar entre un 30 y 60 por ciento de las mujeres en el mundo y es tal el impacto, que es mayor la probabilidad de que muchas mujeres mueran  o sean vìctimas de esta  a que desarrollen  patologìas como el càncer, la malaria o sufran accidentes de tràfico. Los prejuicios machistan imperantes en muchos paìses, por un lado hacen posible las agresiones contra las mujeres y reflejan un problema de salud pública por cuanto atentan contra los derechos humanos de cada una. En lo social, ello tambièn es un reflejo de las debilidades que en materia de educación existen y que deben fortalecerse en las etapas de formación favoreciendo en la mujer el empoderamiento necesario para defenderse de manera oportuna. Lo anterior conlleva a que los distintos actores a nivel de los gobiernos, las instituciones educativas  demuestren su compromiso social y busquen  mecanismos para controlar un fenómeno  que cada año cobra mas y más víctimas rompiendo así con el ciclo de la violencia que actualmente se  nos presenta como una cadena sin fín.